El sol se escurre por entre las enmarañadas encinas
De las viejas películas, un jinete, el de mi infancia
hoy lleno de amarillos se pierde en la llanura.
Labradores segan el trigo
ilusionados por el reposo que el pintor les ha prometido.
Soy monsieur Poirot camino al Oriente
Soy Wayne en vertiginosa diligencia.
Amarillo, el universo es amarillo.
El maizal eterno ordena su caos , en hileras ordenadas
Coincidentes generosas de mi perspectiva consciente.
Siete u ocho mendigos disparan rojos y negros
Salpicando horizontes.
Condimentando cuentos.
Entre sombras me detengo
y vuelvo donde parto.
Amarillo, amarillo
Vuelve conmigo
Sombras grises, vertiginosas
se apoderan del camino.
Y el sol casi sin vida,
suplicante,
me permite mirar algo de su destino.
Pronto no estará, se habrá perdido,
buscando nuevos amaneceres
en lejanos mundos desconocidos.
Arderá furioso,
crepitando desquiciado
la eterna muerte que con el ocaso le persigue.
Amarillo apagado
Amarillo encendido.
Amarillo de muerte,
Amarillo vivido