Desesperado busco mi objetivo.
Rigurosamente
sólo doblo a la izquierda en cada esquina.
Desmadejando hebras de mi viejo tejido.
Esparciendo migajas añejas
de tortas ya no tan dulces.
¿Llegaré a los mil días en esta mazmorra pestilente?
Es mi dilema.
Novecientas jornadas soportó Leningrado su sitio de hambruna.
En seis sucumbió el esfuerzo Palestino
Mil años duró la Santa Cruzada
Por periplos recorridos
he atisbado destellos externos
Baños argentinos, insinuantes,
sugerentes de un escape
¿Moriré ante la presencia de la descomunal bestia?
Doscientos mil cuerpos fundidos en las tres noches de Dresden.
Un tercio de la existencia consumido por la peste.
Diezmada Polonia.
Setenta mil en Verdum.
Asolada Jerusalén.
Más a pausas
en este Vía Crucis he visto la luz segadora
y me he estremecido ante su sombra.
Al ocaso, en mi resumen.
Sólo espero que Creta lo entienda.
He dejado mis esfuerzos,
Mis sueños,
Mis anhelos.
Intentando opuesto al sol
Encontrar a mi Amado Minotauro.